Gazapos y tropezones
Manuel Corrales Pascual
De la Academia de la Lengua
Un amigo emigrante varios años en la Madre Patria ha regresado por fin a nuestras tierras. Como suele suceder, a mi amigo se le "han pegado" ciertos dichos y frases utilizados coloquialmente en aquellos pagos. Por ejemplo, el vocablo GILIPOLLAS, equivalente a nuestro PENDEJO.
Otro amigo, español él, profesor universitario en los Madriles, me facilita preciosa información que transcribo textualmente: En Madrid hay una calle llamada de Gil Imón, haciendo de travesaño entre el Paseo Imperial y la Ronda de Segovia, para más señas. Es una calle dedicada al que fue alcalde de la capital, D. Gil Imón, por los tiempos de doña Mariquita de mi corazón, cuando el duque de Osuna organizaba sus célebre bailes, a los que acudía la crema social, para poner en el escaparate familiar a lindas damitas de la buena sociedad, como oferta casadera, las cuales acudían ataviadas con su miriñaque de fino muaré. A las damitas de entonces se les aplicaba el apelativo de "pollas"
El tal Don Gil era un personaje de relieve, y su nombre aparecía frecuentemente en los ecos de sociedad de las revistas del corazón de la época. Tenía dos hijas en edad de merecer, feotillas ellas, no muy sobradas de gracejo, y hasta un tantico tontuelas. Y se hacía acompañar por ellas a todos aquellos sitios a los que, invitado como primera autoridad municipal, tenía que acudir.
Resumo yo la disertación de mi amigo: para expresar la idea de tontuelo, tontaina, tontucio, tontuelidad integral e inconsciente, acudieron los madrileños a juntar en una palabra a Don Gil y sus pollas (sus hijas), y nació la expresión "gilipollas" con la significación que de ella nos da el Diccionario académico: inocente, cándido, tonto, lelo. Y también, naturalmente, sinónimo de nuestro pendejo.
Otro amigo, español él, profesor universitario en los Madriles, me facilita preciosa información que transcribo textualmente: En Madrid hay una calle llamada de Gil Imón, haciendo de travesaño entre el Paseo Imperial y la Ronda de Segovia, para más señas. Es una calle dedicada al que fue alcalde de la capital, D. Gil Imón, por los tiempos de doña Mariquita de mi corazón, cuando el duque de Osuna organizaba sus célebre bailes, a los que acudía la crema social, para poner en el escaparate familiar a lindas damitas de la buena sociedad, como oferta casadera, las cuales acudían ataviadas con su miriñaque de fino muaré. A las damitas de entonces se les aplicaba el apelativo de "pollas"
El tal Don Gil era un personaje de relieve, y su nombre aparecía frecuentemente en los ecos de sociedad de las revistas del corazón de la época. Tenía dos hijas en edad de merecer, feotillas ellas, no muy sobradas de gracejo, y hasta un tantico tontuelas. Y se hacía acompañar por ellas a todos aquellos sitios a los que, invitado como primera autoridad municipal, tenía que acudir.
Resumo yo la disertación de mi amigo: para expresar la idea de tontuelo, tontaina, tontucio, tontuelidad integral e inconsciente, acudieron los madrileños a juntar en una palabra a Don Gil y sus pollas (sus hijas), y nació la expresión "gilipollas" con la significación que de ella nos da el Diccionario académico: inocente, cándido, tonto, lelo. Y también, naturalmente, sinónimo de nuestro pendejo.
Pintura de: Aleksandra Slowik, tomada del blog Recogedor
Texto tomado de: Gazapos y tropezones Diario hoy.com.ec
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