Gazapos y tropezones
Manuel Corrales Pascual
De la Academia de la Lengua
Algunos adjetivos, al pasar al superlativo, lo hacen con su raíz etimológica latina. Ejemplo: fuerte, fortísimo (y no *fuertísimo), reciente, recentísimo (no *recientísimo), nuevo, novísimo (no *nuevísimo), de caliente, calentísimo (no *calientísimo).
A propósito, aunque no se trata de superlativo, sino de diminutivo, apunto un uso frecuente en el lenguaje coloquial ecuatoriano: decir que la sopa está calientita (lo correcto es calentita)
También hay adjetivos acabados en BLE, que forman superlativos a partir de la raíz latina: amable, amabilísimo (y no *amablísimo), notable, notabilísimo (no *notablísimo), sabio, sapientísimo (no *sabísimo). Aunque, a propósito de este último, en el lenguaje coloquial (a juicio de algunos, vulgarismo), se usa el despectivo sapo para designar al sujeto picarescamente vivo (con "viveza criolla"): Fulanito es sapo. Y en grado superlativo: sapísimo.
Hay adjetivos cuyo superlativo se forma con el sufijo ÉRRIMO: pobre > paupérrimo. Esta forma muchos la consideran cultismo, y prefieren pobrísimo.
Hay adjetivos del español que no admiten sufijos para formar superlativos. Acudimos al adverbio MUY para resolver esta dificultad: próximo > muy próximo, anterior > muy anterior, benévolo > muy benévolo (aunque podríamos decir benevolentísimo). Otros adjetivos admiten los dos superlativos: el derivado del latín y el construido con el adverbio MUY: bueno > mejor > óptimo (o muy bueno). Malo > peor > pésimo (o muy malo).
Dibujo de: Ami Plasse, tomada del blog Ami Underground
Texto tomado de: Gazapos y tropezones Diario hoy.com.ec
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