Myriam Mora Alvarado / alquimistam@yahoo.com
Místicos, pensadores, visionarios, prestigiosos científicos, han intentado explicar en palabras la energía vital. No se puede ver ni tocar, pero los seres vivos existen por ella, y vitaliza a personas, plantas y animales.
En Occidente la llamamos energía vital, las culturas ancestrales de Oriente la conocen como “qi” (chi), “ki” (Japón), “prana” (India), los griegos le decían “neuma”. La Cábala la denomina luz astral. Los iluminados nunca han hablado de “campos energéticos”, pero las tradiciones, a lo largo de 5.000 años, se han referido a esta fuerza natural.
El “qi” penetra en la naturaleza de forma global. Se manifiesta de diversas formas, como la suma de las energías del cosmos, incluidas gravedad, magnetismo, electricidad, energía solar, ondas de radio. Y como energía biónica que alimenta a todos los organismos.
Pitágoras la percibía como un cuerpo luminoso, y le atribuía a su luz múltiples efectos sobre el organismo humano, incluso curar enfermedades.
Eruditos del siglo XII observaron que nuestra energía puede permitir interactuar a individuos separados por grandes distancias. Según sus informes, una persona puede provocar en otra un efecto saludable o patológico solo con su presencia.
La física cuántica ha confirmado la realidad de la esencia vibratoria de la vida, que perciben algunas personas intuitivas.
El ADN humano vibra a una frecuencia de entre 52 y 78 gigaherzios (miles de millones de ciclos por segundo). Aunque no se puede medir con instrumentos la vibración ni los obstáculos que impiden la circulación de energía, hay dos hechos innegables: La energía vital no es estática, se mueve. La persona intuitiva es capaz de evaluarla.
En el sistema humano el “qi” adopta muchas formas:
El “qi” congénito (yuan qi).
Es el estallido original de la energía pura que se produce en la concepción e infunde la vida al feto en la matriz. Comienza agotarse desde que nacemos, pero que tonificamos y aumentamos con buena alimentación, correcta respiración y ejercicios.
Tomado del aire al respirar absorbido de la tierra.
Esta energía la produce el cuerpo a partir del proceso digestivo y se extrae de los alimentos y del agua. Cuando el “qi” de la tierra y del cielo se mezclan en la corriente sanguínea, forman esa energía vital única que da vida al organismo.
Por donde circula el “QI”.
Se mueve en el cuerpo de la misma manera que la electricidad, en circuitos que se denominan meridianos y forman una red de canales invisibles que lo transportan a los tejidos. Cuando la energía deja de ser fluida, se estanca, se produce vacío de ella, y causa enfermedad. Los teóricos dicen que su exceso trae desarreglos psíquicos y físicos. La energía fluye en el cuerpo sano y está excento de ira, neurosis, miedo, tristeza preocupación y enfermedades.
Texto tomado de Semana Holística: http://www.expreso.ec
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