Gazapos y tropezones
Manuel Corrales Pascual
De la Academia de la LenguaVarias mamás me cuentan apenadísimas que sus pequeños se hacen un lío con esto de los complementos gramaticales. Y ellas también: también se hacen un lío y no acaban de encontrar el método para aclararles a sus retoños cosas tan oscuras e intrincadas.
Antes de abordar el asunto tengo que repetir lo que tantas veces han leído en esta columna mis lectores: en la escuela y en el colegio no se trata de que los alumnos aprendan mucha gramática, sino de que adquieran la mayor y mejor competencia posible en el buen uso de la lengua materna.
Y esto no se consigue aprendiendo gramática, sino ejercitándose en la lectura, en la escritura y en la elocución (en el buen hablar, vaya). La gramática es un instrumento auxiliar, es un modo de dar cuenta y razón (de explicar) por qué esto se dice o se escribe así. No es, pues, la gramática un fin, sino un medio. Y esto, lamentablemente, lo olvidan con frecuencia los maestros.
Ahora, sí, tratemos de dar cuenta y razón de los famosos complementos, y comencemos con el llamado complemento directo. Hay en español verbos, como hacer, acarrear, acabar, arrastrar y otros muchos, que en la oración gramatical necesitan algo para completar y precisar el mensaje que esa oración gramatical nos quiere transmitir. Si oímos decir, o leemos: "Fulanito hizo", y no oímos más, enseguida preguntamos: "¿Qué hizo?". En un mensaje como este: "A causa de las grandes tormentas, el río acarreó ...", nos parece sentir que a esa frase le falta algo. ¿Qué es lo que acarreó el río? Lo mismo nos ocurre con estas secuencias: "El trabajador acabó", "El leñador arrastró". La pregunta es en todos estos casos parecida: ¿qué es lo que el trabajador acabó?, ¿qué es lo que el leñador arrastró?
Dibujo de: Ami Plasse, tomada del blog Ami Underground
Texto tomado de: Gazapos y tropezones Diario hoy.com.ec Quito, Ecuador
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