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miércoles, 17 de febrero de 2010

La interminable búsqueda

Por: Daniela Ginatta

Conforme pasan los años, las inquietudes sobre los denominados “nuevos alimentos” van cambiando.

Hace un par de años el país entero giraba en torno al noni (lo escribo en letras pequeñas puesto que es el nombre vulgar de la fruta denominada Morinda citrifolia).

Luego nos cruzamos con la espirulina, la linaza, la stevia y los interminables polvos de proteínas, así como tés adelgazantes, y si no paro aquí, se me acaba el espacio.

Me sorprende la interminable búsqueda por el producto que “ahora sí va a lograr el cambio que necesito”, y es mi deber informarles que es, lo mismo que usted ya come, pero con otro nombre y otra forma.

El noni, por ejemplo, es una fruta tan sana como lo es la manzana, el guineo o la piña. Sin embargo, se lo comercializa como la panacea.

¿Por qué? Probablemente porque si no fuera así, no se la podría vender como se lo hace.

En Europa, según me informó la decana de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Navarra (España), doctora Iciar Astiasarán, hace cuatro años, está prohibido vender el noni con una alegación nutricional equivalente a la de hace milagros.

Se vende como fruta. Que existan quienes digan que es eso y mucho más, me suena a interés.

Sin embargo, el fin de este espacio no es terminar a ninguno de estos productos, puesto que ninguno de ellos es malo o deja de cumplir su buen fin.

La finalidad de este espacio es llegarle a usted e invitarlo a darse cuenta de que el producto maravilla, el cambio final, es usted mismo.

Que hoy son estos pero mañana serán otros los productos estrella, puesto que la industria de la dieta vive de no llegar al fin nunca. Solo así se sigue cobrando.

Texto tomado de: Diario eluniverso.com


lunes, 1 de febrero de 2010

Le falta publicidad

Por: Daniela Ginatta

"La leche materna es biológicamente superior a cualquier leche, aleguen lo que
aleguen los vendedores de otras leches. Es la leche perfecta en su composición"

A la leche materna le falta publicidad. Hago este comentario porque el otro día en un supermercado vi cómo una pareja joven decidía cuál era la mejor leche para su hijo. El niño que cargaban con ellos era de unos 12 meses de edad. De ellos pude notar que no eran una familia con dinero para regalar, pero, con esfuerzo y todo, estaban frente a las 20 variedades de tarros de leche buscando la mejor opción.

Cómo me hubiera gustado que esta pareja supiera que la mejor opción estaba justamente en el pecho de esa madre. Escuché atentamente cómo conversaron sobre uno de los tarros en particular, que aclamaba tener los nutrientes específicos para el desarrollo mental del niño.

Cómo me hubiera gustado que esa pareja sepa, también, que está probado que los cocientes intelectuales más elevados están justamente en los niños amamantados.

Cómo me hubiera gustado que sepan que la leche materna, por ejemplo, no cuesta un centavo. Y, que conozcan también, de los varios profesionales en Guayaquil dispuestos a ayudar en casos difíciles de lactancia, si ese hubiese sido el caso.

La leche materna es biológicamente superior a cualquier leche, aleguen lo que aleguen los vendedores de otras leches. Es la leche perfecta en su composición, para todos los órganos y sistemas del niño. No provoca alergias ni es mal digerida, como la leche de vaca u otras mezclas. Contenta al niño ya que, además de alimentarlo, le permite estar pegado a su madre, cosa vital para un desarrollo psicológico y emocional.

Posee la cantidad justa de nutrientes y calorías para su crecimiento; ni más ni menos. Y, algo muy importante, es la única leche con cero impacto negativo sobre el medio ambiente. Definitivamente algo en qué pensar.

Pintura de: Mary Stevenson Cassatt, tomada del blog CARMENSABES POESIA Y ARTE

Texto tomado de: Diario eluniverso.com

domingo, 5 de julio de 2009

Hambre y apetito

Nutrición y Salud 
Daniela Ginatta 

¿Cuál es la diferencia entre hambre y apetito? 
Para muchos puede no ser una diferencia sustancial, pero si se siente relacionado con lo que contaré a continuación, podría terminarlo siendo.

Cuando una persona siente hambre, su cuerpo está manifestando una necesidad del momento, una necesidad que ya existe. Cuando exhibe apetito, en cambio, hace referencia a una necesidad que surgirá en el futuro. Con el apetito no existe un “aliméntame ahora”. Es un llamado de lo que va a venir.

Digo esto porque mucha gente acude a comer una vez que ya siente hambre, una vez que la necesidad ya existe, una vez que el “hueco” ya está ahí y necesita ser llenado. Muchos de nosotros, a la pregunta de “¿quieres comer?”, respondemos “todavía no tengo hambre”. Pero, ¿tengo apetito?

¿Y por qué la importancia de la diferencia entre estas dos? Por lo siguiente: si obedeciéramos a la señal previsora del apetito, el hambre no llegaría a manifestarse. 

Y si el hambre no se manifiesta, las posibilidades de comer bien, comer acorde y de comer en una cantidad adecuada, se magnifican. 

Así que, aunque suene un poco a tema sin importancia, pregúntese cuántas veces ha comido con hambre, cuántas con apetito, y cómo es su comida en cada una de esas situaciones. 

Mi recomendación es acudir al comedor cuando uno empiece a merodear la cocina, a pensar en comida y a divagar en lo que podría y/o quisiera comer. 
Ese es el momento. Pruebe la diferencia.

Texto tomado de: Salud / http://www.eluniverso.com/
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